a Pat

Como el movimiento
de una enceguecida mariposa
nocturna,
con sus fulminantes giros,
ella daba vueltas
en un aire denso
recargado de olores viejos
y una sombra espesa,
entonces, como un camaleón
se fundía en las cosas
inútiles, inmóviles.

Cada mañana aparecía teñida
de una inmerecida felicidad femenina,
tan brillante
que costaba mirarla,
el amor es viejo,
el amor es nuevo,
el amor es azul,
en alguna parte de su sonrisa
ella lo sabe...

AOC.©.2010

Fotografia: David Terrazas

El Cementerio abandonado de Cobija

Desolados, esparcidos, transplantados
en la distancia dispersa,
surge el conspirador de la lejania,
desbaratados y perdidos,
disgregados como huerfanos,
en un puñado de polvo
adivino que es el viento,
tras el sol que se ha ido
hace tanto tiempo.

Es sencillo este juego,
está escrito en la sangre,
en la palma de la mano,
en la luna
que separa esas manos.

No trates de ascender
sino de ir hacia adentro,
concede,
traga,
bebe la noche misma
que también tendra su hora.
Lo natal, lo pasado,
todo marca,
y al final tu y yo figuramos
separados por abismos
como dos alas,
sin dejar huellas,
sin dejar sombras,
solo queda ser absorbida
sin inquietud por las rocas,
en la lejanía de tu memoria.

AOC©2010

Ilustraciones: Conrad Roset.

Bicentenario

Raúl Rodriguez viene de buena familia, fue educado en colegio ingles, es bien parecido y muy piola. Siempre le quedó bien acompañar a grandes personajes, sobre todo en giras, solucionar sus problemas y satisfacer sus necesidades; a Raúl le gustaba esta presencia incógnita, detrás de los famosos, de alguna manera esto lo hacia sentirse en parte ídolo, no importa como fuera el personaje él debía crear empatia en un ambiente neutro que no incomodara a la celebridad en cuestión.
Aunque estos eran detalles técnicos, por dentro Raúl guardaba opiniones furiosas sobre algunos miembros de la farándula y uno que otro personaje público. Y en ese ir y venir fue que surgió esta pega de acompañar a este personaje, justo aquel que Raúl más odiaba; entonces con más tripas que corazón, Raúl apareció en las pantallas de todo el país, pulcro y ordenadito, justo atrasito del pro-hombre, él, el mejor de los adláteres del bicentenario...

AOC©2010 Ilustración: Rebecca.

Etiquetas

Se me va de las manos,
busco a tientas por el mundo
como una larga y ciega serpiente
que los juglares
agitan con cadencia
en el extremo de sus bastones.

Con un brillo fosfórico y demente
me sumerjo en aguas transparentes,
hablo con sus rumores
y ondulo con sus pliegues
en voces incomprensibles
al borde del abismo.

La arpía que habita en mi
suda el veneno
de mi extraño cariño,
no existe la palabra indiferencia
en mi natural apatía,
no sé querer
sin cuidar lo que quiero.

AOC.©.2010

Ilustraciones: Danni Shinya Luo - Melissa Peck

Nauj Oreducse

Existen individuos marcados tempranamente por la linea que seguirá su vida. Es el caso de Nauj Oreducse, un caso similar al de Odlanier Mena. Odlanier que significa Reinaldo al reves, fue fruto de esta inocente idea de sus padres, la que cimentó precozmente en ellos un destino en el delicado arte de la inteligencia y la contrainteligencia.
Nauj de niño, construyó sus relaciones personales en forma compartimentada, tal como aquellas eficientes estrategias comunistas aplicadas en tiempos de los Zares por los revolucionarios para protegerse de la Okhrana, policía secreta zarista conocida por sus métodos implacables; esto dio origen a la estrategia de las células que es el epítome de la información compartimentada, idea basada en que los miembros de cada una de ellas no se conocen entre si.
La escasa información que Nauj entrega a sus relaciones normalmente son vagas y no existe manera de rastrearla, un ejemplo es facebook, Nauj tiene bloqueado el muro, eso impide que sus 800 y tantos amigos puedan ver como y con quien se relaciona; la única comunicación es por mensaje interno. Cada cierto tiempo entrega algunas publicaciones de fotos de sí mismo que posibilita a su comunidad de "amigos" expresar la opinión que puedan tener de él. Esas opiniones le interesan pero rara vez las responde.
Envuelto en un perpetuo halo de misterio los grandes hitos de su vida son de difícil comprobación, alguna vez participó asiduamente en importantes programas musicales en La Ligua, aunque se desconoce si los habitantes de este lugar cultivan algún interés por la música o las artes. También se sabe que alguna vez colaboró estrechamente con una mujer encargada del aparato de propaganda, y solo sobreviven de ella algunos inútiles trabajos que después Nauj regaló por considerarlos fuera de vigencia; de esta mujer solo se tiene su chapa, nunca se supo su verdadero nombre. Igual suerte corrió una alemana cargada de joyas y esoterismo buena onda del que circula en la red, léase galletas de la fortuna, emoticones, tarot y otras ciencias inexactas. Ella respondía al nombre de Hertha, posiblemente de Berlin, es todo lo que se sabe. En algún momento Nauj también mantuvo intereses en la precordillera de la VI región; de estas actividades existen casi nulos registros. En otra ocasión se informó de su presencia en Los Andes, pero se encontraron indesmentibles indicios de Nauj en un mall de Las Condes.
La capacidad de Nauj Oreducse para la omnipresencia y el ocultamiento de detalles se puede apreciar si ponemos atención a los movimientos de sus manos; hace un juego de tapaditas para que no se vea lo que va a mostrar o lo que va a comer o que canción va a poner; el detalle de comer también tiene su operación de inteligencia, siempre se detiene antes de que la comida se acabe, así no figura comiéndoselo todo como un vulgar langusa y menos aparecer comiéndose el último bocado, dicen que es de mal gusto. Ha vivido escamoteandole al mundo la información,
y nada más se sabe del buen Nauj...
AOC©2010
Ilustración: Francis Vallejo

Ctónicas

Surge de una boca de sombras
para escupir la muerte,
luego, sinuosa y fugaz
retorna a lo invisible,
justo en el vientre de la tierra
donde se opera la alquimia poderosa.

Y mis ojos ausentes,
mis ojos noctámbulos,
mis ojos dementes
tras el destino, el sueño,
y antes de la luz, la noche,
la duda, el miedo
engendrado de abstracciones y símbolos
que despacio se sumergen
en el originario caos,
en un tiempo imperceptible,
parecido a la muerte.

AOC.©.2010

Ilustraciones: Carola Angulo - Alexandros Vasmoulakis.

Asociacion de egos anónimos

Los egos habían crecido de tal forma que sus dueños se vieron superados; se creó un organismo para víctimas de desbordantes egos, al estilo alcohólicos anónimos. Cada uno de los concurrentes se presentaba, reconocía su adicción y exponía sus particularidades.

- Hola, me llamo Macarena y soy víctima de mi ego, suelo ir por el mundo contando que soy una mujer maravillosa, siempre soy la heroína de mis historias, normalmente los que se equivocan son los otros.

- Hola, me llamo Jaime y soy adicto al aplauso, todos mis actos están orientados a ese fin, voy regalando cosas o acciones que me pongan en contacto con ese reconocimiento que es el aplauso.

- Me llamo Gloria, peso 130 kg. y estoy convencida que soy enormemente atractiva, que la mayoría de los hombres sucumbe ante mis seductores encantos, gozo con la comida, el trago, el sexo, además me gusta decir la verdad, considero que soy irresistible...

- Me llamo Mario y soy fascinante y entretenido, mis actividades y mis intereses son hechos extraordinarios, sobre todo cuando me muevo en mi 4x4, en general, la gente quiere estar conmigo por mi interesante personalidad, mi atractivo ser.

- Soy Miguel, y sin lugar a dudas soy el mejor, todo lo que hago pienso y genero es lo mejor que se ha hecho, en mi no cabe el error.
Así, uno a uno se fueron sucediendo las personalidades azotadas por egos narcisistas que ignorantes de sus deformidades se exhiben al mundo como perfectas creaciones con la urgente necesidad de ser atendidos, escuchados, pero por sobre todo reconocidos y alabados.
Tras apacibles rostros callejeros marchan egos gigantes al acecho de su droga, la que les convierte en inapelables y perfectos y a la vez en frágiles difuncionales.
AOC.©.2010
Ilustración: Alexandros Vasmoulakis

Albañilería celeste

El vacío es el principio
donde anida la nostalgia
de algo que no vivirá nunca,
y que se ha marcado en el alma
como un catálogo de huellas
de pequeños pájaros,
compiladas con meticulosa locura.

El graznido naranja del crepúsculo
azota mi angustia,
como una realidad
que muestra los dientes;
me fundo o separo
del veneno, el puñal
que adorna con sus raros dibujos
la banalidad de mi pobre suerte,
y donde solo quedan signos,
cenizas de una voz quemada.

AOC.©.2010

Ilustraciones: Alexandros Vasmoulakis / Danni Shinya Lou

El Diego y yo

El Diego siempre tenía rollos con los amores. Cuando decía quererme y su cariño estaba en su máximo apogeo, por alguna razón desconocida siempre trataba de lastimarme; gustaba de coleccionar un montón de amigas, todas mejores que yo; siempre lograba introducir un comentario que dejara clara esa jerarquía. Sus técnicas eran infantiles: con el Diego solíamos salir mucho de excursión y habíamos inventado rutinas de viaje con música para un camino u otro, con comidas especiales, con canastos y manteles, cada salida era un encantador acontecimiento; después de un paseo que resultaba memorable, él buscaba a una de sus tilingas recien aparecidas y reeditaba nuestro evento con los mismos detalles; así jugaba a lastimarme o por lo menos sacarme un pedazo, aunque estas piruetas nunca me resultaron muy dañinas.
Un día llegó lleno de entusiasmo; había hecho amistad con una linda chica pascuense y con quien salió un par de veces, fue generoso en sus invitaciones, tanto que después de algunas citas invirtió cuatro millones de pesos en dudosos negocios de la isleña, la que, lógicamente, después de conseguir la inversión desapareció tan rápido como llegó. Así mi amigo Diego se despidió de su platita pero con la gran recompensa de haber tomado la mano de la bella inversionista por largos momentos.
Por esa misma fecha con el Diego tuvimos una gresca monumental por unas magnificas tablillas de chancaca, una versión popular del alfajor, que compramos a medias en las proximidades de una remota localidad llamada Puro, por Codigua, cerca del río; él sostenía que yo había comido una tablilla más de lo que me correspondía. Así entre migajas y desquites nuestro mutuo afecto se perdió en un tiempo de olvido marcando el recuerdo con pequeñas e inútiles mezquindades. Olvidamos, quizás, que la vida pasa rápido y se traga las nimiedades y las olvida para siempre...

AOC.©.2010

Ilustración: Alexandros Vasmoulakis