Al contemplar las formas del universo adquirimos la capacidad de entender el tiempo y sus variables exigencias; cuando calla el deseo y la voluntad se halla en reposo, el mundo se manifiesta como imaginario. Visto así, el mundo es hermoso, ajeno a la lucha de la existencia, aunque esto no sea más que un instante de exaltación, la forma es suficiente para alegrar e iluminar los asuntos de menor importancia. (I Ching 22 - La gracia).
En el ejercicio de mirar, Manuela ha construido un mundo de detalles efímeros. En un comun y corriente viaje en metro se deja iluminar por pequeñas impresiones dibujadas en barbillas, bigotes, nucas, miradas, gestos, diálogos inacabados; todo un universo humano encerrado en un cubículo en movimiento que golpea los sentidos de Manuela con imagenes alegres o terribles que quedan suspendidas en el aire por un segundo y desaparecen en el primer tic del segundero.
En algunas otras ocasiones Manuela inventa viajes en busca de paisajes hermosos que sobreviven más allá en el equilibrio precario de la depredación humana, pequeñas lagunas que reflejan el mismo paisaje que cambia imperceptiblemente con la luz del día, en la infinita gama de dorados, verdes, rojos, amarillos, ocres, azules y que gradualmente se pierden en la noche.
Algunas mañanas Manuela descubre que han regresado los colibríes y que la vida funciona así, con pequeños milagros perdidos en los asuntos de menor importancia.
AOC.®2011
Gráfica: Pati Marzá
http://youtu.be/jv_DGvio5k4
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