
Sentado a la orilla de tu cama blanca observas lo que se ha ido, tiempos de gloria, hijos, desconocidos hijos, ausentes, ajenos hijos; mejores tiempos donde tu ego salía pechugón al encuentro de la vida, donde pocas cosas se destruían, pese al abuso y la indiferencia.
Debe haber sido una tarde cualquiera cuando la sospecha te cayó encima, te cortó el aire, giró tu mundo y escapaste cerro arriba a perderte en la espesura, a tomar aire entre tú y el derrumbe. El tiempo te trajo de vuelta, nada volvió a ser igual, la vida te siguió golpeando y de a poco tu alma se armó de una tolerancia persistente a lo que no vendrá, a lo que perdiste. Muchas veces la noche se te hace día y la mañana se despierta floja siempre en esa cama blanca, los días transcurren y esa avalancha que te dejaría allá lejos, nunca llega, los repetidos acontecimientos de tus días se te pegan profundamente al cuerpo.
Algunas soleadas tardes escuchas ese viejo tema de Nada: "mis días son todos iguales, como las cuentas de un rosario..." mientras el atardecer cae rojizo tras los crudos edificios.
AOC.®.2011
Gráfica: Alexander Jansson Well
2 comentarios:
Ojalá no me hubiera identificado ni un poquito…
Besos,
D.
PD: Nada.
Espero-que-ni-un-poquitito...entraria-yo-a-preocuparme-y-de-nada-me-convierto-en-VU-(vieja-urgida-versión-extrapolada-por-el-Kojo)-y-usted-no-sabe-lo-que-le-pasa-a-una-alma-cuando-entra-en-VU.
Asi-que-porfa-cuidese.
Besos
AOC.
Publicar un comentario