domingo, 5 de septiembre de 2010

Oficina Ballena


Eran ya 30 años que vivía en Purranque, sus huesos se habían acostumbrado a esa tierra, al paisaje, los espacios y las sombras eran ya parte de su ser; hace mucho tiempo que había dejado de sentir hambre de desierto, hace tanto que sus recuerdos se habían convertido en fantasmas, como si la soledad nortina todo lo borrara. La ultima y dolorosa imagen que Elba guardaba de la pampa fue el ocaso de la Oficina Vergara, en su condición de profesora, ella y otras tres familias fueron los últimos en dejar el pueblo... fue tan doloroso que arrancó a perderse hacia el sur.
Este verano su marido planeó unas vacaciones recorriendo el norte, a Elba la idea le pareció inofensiva, así tendría oportunidad de visitar a su ultima tía que aun vivía en Pica. La proximidad del viaje le trajo a la memoria paisajes casi olvidados de su natal Ollague, deliciosos y románticos paseos en bote en el tranque Sloman, también recordó la impresión que le causó Caleta Buena. Así ante el llamado de su memoria regresó el inmenso norte en que había nacido.
El viaje empezó y los kilómetros la fueron acercando más y más a la tierra de su pasado hasta quedar en el centro mismo donde empezó su vida. Nada quedaba, el tren y sus ramales habían sido arrancados de raíz, la Oficina Vergara desapareció hasta sus cimientos, a Caleta Buena solo algunos conocedores de la zona saben seguir la huella, el tranque Sloman totalmente contaminado y seco, Oficina Chile, Estación Catalina nada queda, la casona de Gatico que miraba imponente el mar es solo un esqueleto, algunos cementerios sobreviven más allá de la muerte.
Lo único que le queda a Elba son algunos números de la revista Pampa, un nexo con una vida inocente que vivía su cotidianeidad como si el mundo fuera a vivir así para siempre, de cuyo ajetreo ella fue parte.
Como punto final del viaje era Huara, donde se quedaría algunas noches en casa de viejos amigos, la casa que visitaron era una de las ultimas en una de las calles del pueblo. Una de las grandes impresiones que sintió Elba fue al salir por una puerta al patio posterior y quedar parada frente a la plana inmensidad del desierto, como una puerta al infinito, y nuevamente tuvo ese sentimiento antiguo que le indicaba que esa era su tierra, una tierra de espejismos que se traga los pueblos y los suspende en una memoria difusa llena de ensoñaciones, que no promete nada, solo esa inmensidad solitaria habitada por las almas de los recuerdos...
AOC.©.2010

Gráfica: Lidia Calibatas

1 comentario:

antonia obiol y corcoll dijo...

me encanto.....tiembla RIVERA LETELIER.

Despedida

Llevo 6 o 7 años publicando mis escritos y poesía con palabras similares, contenidos similares, con gráfica orientada siempre a una visió...