domingo, 19 de septiembre de 2010

Inofensivos mundos


Llegó temprano, no eran aún las 5 de la tarde, había tenido un día soso, se había dado un montón de vueltas visitando clientes, posibles trabajos que se demoraban meses en tomar cuerpo, algunas veces esto le producía la sensación de pellizcar burbujas en el aire, aunque las historias de su vida le habían dado cierta resistencia al fracaso, él era un gran aguantador. Hacía mucho tiempo que estaba solo, la verdad es que quería estar solo porque con las mujeres solía rebotar, perdía el control, sudaba, se sentía viejo para esas complicaciones. Vivía con su hermana, separada también, tenía su pieza y ese reducto era su hogar; y sus hijos, eran un par de chiquillos que crecían alegres y ajenos, sobre todo ajenos, él se había encargado de mantener la distancia, sobretodo de sus madres.
Era agradable la tarde, hacia menos frío, y por varias horas no habría nadie más en el departamento, eso era bueno, primero que nada mataría esa hambre que lo acompañó toda la tarde, después revisaría un rato algunas cosas en el computador, echaría una mirada al FB y a sus 800 desconocidos amigos, más que desconocidos, ignorantes amigos mantenidos a raya con una buena sonrisa, algunas frases ancla e información estrictamente compartimentada para que cada cual supiera solo lo que tiene que saber.
Ya se habian deslizado varias horas desde su llegada; había gastado el tiempo revisando música, imágenes y sitios con porno cibernético que disfrutaba mirando. Era como un niño solitario que saca uno y otro juguete para inventarse juegos donde solo él pone las reglas o las quita según su estado de ánimo.
La noche se había instalado en la habitación y paulatinamente las ventanas que iluminan la ciudad iban apagandose para entrar en la profundidad del sueño. Aunque para él la noche se había hecho día que gastaba persiguiendo objetos inútiles que lo dejaban hermosamente vacío, parado en el medio del solitario hueco en que se había convertido su vida.
El mediodía lo sorprendió adormilado, sumido nuevamente en sus miasmas tardías y con la tarea de meterse un un mundo que lo adelantaba con medio día de vida, un día dispuesto a llevarlo por ajetreos estériles para así completar su repetido circulo de mínimos quehaceres adornados con coqueteos a la medida de mujeres con estrechos cerebros, muchas joyas y amplios prontuarios de cirugías plásticas y conseguir así amasar algunas carnes con olor a cremas, cosméticos y perfumes propios de mujeres de belleza marchita que se niegan a aceptar el calendario.
Su inexpresiva mirada circuló indefinida por el paisaje de calles y respiró profundo, buscando en el fondo de su alma la fuerza que lo impulsara a rodar hacia otro inofensivo día.
AOC.©.2010

Ilustración: William Ashmith

4 comentarios:

Daniel Os dijo...

¡Impertinente!
¿Quién le dio permiso de copiar mi diario en su blog?
D.

antonia obiol y corcoll dijo...

Pero que interesante y profunda que esta su vida!!... y me pregunto: usted se esfuerza mucho para conseguir tan magnificos resultados?

Besos
AOC.

Daniel Os dijo...

Lo de magníficos resultados corre por su cuenta. Podría, como he aprendido de su rodado acompañante, afirmar que soy un ganador… sólo que aún no he ganado nada.
D.

antonia obiol y corcoll dijo...

ja ja... me gusta su perfil de ganador...

besos
AOC.

Despedida

Llevo 6 o 7 años publicando mis escritos y poesía con palabras similares, contenidos similares, con gráfica orientada siempre a una visió...