viernes, 31 de diciembre de 2010

Espejito


El ídolo nació con ese característico estilo que tienen aquellos que permanentemente se miran a si mismos, todos los objetos, personas y cosas cumplen con un solo objetivo: reflejarlo. Perfeccionó sus condiciones y con empeño alcanzó el éxito, su gran alimento emocional era el escenario, era adorado por sus fanáticos y además contaba con una figura espigada y andrógina que cautivaba.
Lentamente el tiempo cobró su precio, la lucha por la juventud lo situó, un día, solo en el iluminado escenario, delgado, pálido, viejo, despiadadamente viejo sosteniendo precariamente un peluquín con artificiales mechas, entonando sus mil veces cantadas canciones de amor, escritas por él a amores que nunca sintió, con emociones que nunca palpó.
Miraba la sombra de su público que chillaba, su piel sudorosa y lampiña tomaban la textura de un cartón encerado, con un brillo amarillo dado por las luces, miró sus manos huesudas que gesticulaban una pasión que nunca existió en él, se aproximó al limite del escenario y sintió la atracción del vacío, la emoción de caer para siempre, de entregar su carne a su público para ser devorado por ellos. Cerró los ojos y sintió la embriaguez que le producía la idea. Apretó los dientes y se lanzó a la masa oscura. Concretó su ultimo gesto de amor hacia el verdadero ser: "El Ídolo".
AOC.©.2010
Grafica: Francis Vallejo.

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Despedida

Llevo 6 o 7 años publicando mis escritos y poesía con palabras similares, contenidos similares, con gráfica orientada siempre a una visió...