domingo, 28 de noviembre de 2010

La esquina.


Hace 23 años que Romina vive en el mismo barrio, ha observado como las esquinas cambian, como se modifica su habitual territorio. Un día y repentinamente creció en un ángulo de su paisaje un edificio que modificó totalmente la luz de su casa; ocurren fenómenos de luz y sombra, temprano, cuando el sol sale, el cuarto que habitualmente recibe la luz de la tarde, se llena de luz en un amanecer falso, producto del reflejo de los vidrios del edificio. En invierno, los añorados rayos de sol se cuelan malamente entre la mole de cemento y las desnudas ramas de una higuera.
En el camino que Romina hace hasta la micro, existe una casa que ha tomado una pátina de tiempo y se ha suspendido, pareciera que para siempre, en una desteñida imagen de lo que una vez fue. La señora que habita ese inmueble, es una anciana que con primorosos cuidados y abundante maquillaje trata de sostener su figura que se desmorona ante la vejez, y en esa lucha, el exceso de coloretes y sombras resaltan dramáticamente la caída. La inocente casa se ha teñido de color gris que provino de un lejano tiempo azul; el patio y las ventanas se llenaron de remolinos de papel y enanos pintados que el sol inclemente del verano ha quemado.
Romina supo por alguna vecina que tan llamativa señora se llamaba Ursula, que es solterona y que vive sola desde que murieron sus padres a inicio de los 80.
Cuando la tarde es agradable, es posible ver a Ursula barriendo la aplanada tierra de su jardín, aferrada a una escoba que pareciera tener un palo extremadamente largo, pero es sólo que el cuerpo de Ursula se ha hecho pequeño y corvado con los años.
Cuando cae la noche es fácil divisar a esta pequeña señora sentada frente al televisor mirando algún programa que la mantiene expectante, como si en cualquier momento fuera a traspasar la pantalla y entrar en tan maravilloso mundo; junto a su rostro coloreteado y alumbrado por la cambiante luz de la tv., es posible ver una enorme cantidad de muñecos y peluches encaramados en los desvencijados muebles.
A Romina le gusta volver a casa con la imagen de Ursula sumergida en ese aparente mundo feliz que arrulla su infantil inocencia, al final eso es lo único valioso, el sostener esa precaria realidad como si tuviera alas, como si el mundo fuera mejor bajo esa luz...
AOC.©.2010. Ilustración: A.Vives Fierro

2 comentarios:

Daniel Os dijo...

Hace 23 años que el barrio vive en Romina.
D.

antonia obiol y corcoll dijo...

Si, cada esquina, cada ventana iluminada, cada quiosco se viene con Romina a casa...

Cariños
AOC.

Despedida

Llevo 6 o 7 años publicando mis escritos y poesía con palabras similares, contenidos similares, con gráfica orientada siempre a una visió...