miércoles, 5 de enero de 2011

El árbol mujer


Los algarrobos son arboles solitarios y espinudos, crecen enroscándose hacia el cielo, girando y torciéndose sobre sÍ mismos, siempre hacia lo alto.
Buscando una sombra que la acogiera fue que Nanon se encontró, en la sinuosa loma de un cerro, con este algarrobo que parecía ser una mujer que levantaba sus brazos al cielo; en su cambiante aspecto algunas veces bailaba coqueta una danza y otras parecía llorosa implorando los favores que venían desde las alturas.
El lugar en que había crecido este árbol-mujer ofrecía una vista intensa y total del valle; por muchos años Nanon tendió su chal bajo la sombra de la bella-árbol y se dejo llevar por el encanto del lugar, largo tiempo duró la silenciosa amistad entre estas dos mujeres que solitarias y quietas observaban el paisaje a sus pies.
Sin aviso, sin sospecha, un otoñal día el árbol-mujer fue derribado con crueles hachazos; Nanon llegó al sitio cuando aun quedaban algunos trozos de su arbolada amiga dispersos sobre la tierra seca donde había crecido, Nanon tomó todos los trozos que encontró y los llevó a casa.
Por mucho tiempo los troncos permanecieron en espera de algo nuevo. Un día cualquiera Nanon agrupó los dispersos trozos y empezó a buscar tras la rugosa, áspera y oscura corteza, donde crecía en plena medula de aquel castigado tronco una corriente roja, oscura y dura como si las raíces del árbol llevaran la sangre de esa mujer que bailaba y lloraba hacia el cielo, quizás por el agua, por las lluvias que caían escuálidas en su paraíso de monte y sol.
Nanon trabajo, lijó, pulió cada centímetro de aquellos pesados troncos que ofrecían la maravilla de sus formas como si la fuerza de aquel árbol en cada recoveco girara hacia la luz guiado por la fuerza de su sangre. Nanon sintió que en cada movimiento modelaba y descubría el espíritu de colores de un árbol que una vez había sido mujer.
Hoy, los trozos del árbol-mujer se mecen a un nuevo ritmo en casa de Nanon, compartiendo un nuevo baile de la vida.

AOC.®.2011
Fotografia: Antonia Obiol

2 comentarios:

mária dijo...

Me ha encantado la historia.
Yo soy una mujer-árbol y no sé que harán con mis trocitos.
Besos

antonia obiol y corcoll dijo...

De seguro alguien los guardara en un cofre junto a sus mejores recuerdos, las mujeres-árbol dejan su semilla en insospechados rincones...

Besos
AOC,

Despedida

Llevo 6 o 7 años publicando mis escritos y poesía con palabras similares, contenidos similares, con gráfica orientada siempre a una visió...