miércoles, 9 de julio de 2008

Rosamel del Valle, amigo if


Rosamel del Valle, seudónimo de Moisés Filadelfio Gutiérrez Gutiérrez (*Curacaví, 13 de noviembre de 1900 - †Santiago de Chile, 22 de septiembre de 1965), fue un poeta vanguardista chileno.

de "País Blanco y Negro" (1929)

..... En primer lugar, qué sentido tienen mis ojos. Suponiendo que irremediablemente esto tuviera que suceder al ahogarse la tarde, yo tendría que hablar o contar todo desde la habitación del sentimiento. Pero, aunque no se ha agotado la producción universal de suspiros, me parece que puedo desertar fusil al hombro de tales vicios. Muerte al suspiro.

..... Mi habitación tiene altos muros y aquí no proclamo ninguna consistencia, ningún color especializado. Afuera el cielo corre velozmente. Me gusta ver pasar los peces que caen de los árboles. Pero la piel tibia de las palabras se estira con cuidado, pues la noción no aparece siempre en cada discurso. Y no es que yo tenga que hablar de hechos precisos, de sucesos de gran estatura. Vive en mí lo mágico. Ojo que no se sobresalta, ojo perdido. Mi sobresalto no tiene huella de lo pequeño o lo grandioso. Tiembla mi pupila. Tiembla mi pupila. Es cosa diferente. Y en todos los ojos una luz se ahoga.

..... Me rodean cosas y sucesos pequeños. Mis ojos transforman estas cosas y estos sucesos sin el sentido que representan.

..... Y es que mis ojos viven en su labor de sorpresa libre y sin derrota. A veces existe lo mágico vivo como una lengua. Es la realidad con escamas, la realidad bandolera con su piel distinta. Pero, retened las cosas con todo lo mágico que contengan, guardad la magia que palpite en sus venas. Sé que eso es inútil, porque este juego se alimenta de inesperadas transformaciones. No puedo permitir que la realidad permanezca frente a mí con su rostro de prisionera o de ahogada. Veo el fuego de su cuello, el vapor de su boca perpleja y poco dueña de sí misma. Veo la voz que le crece, lo maravilloso como un signo, el grito de su fallecimiento. Y la tomo en el acto. Y para qué existen entonces los elementos. Por qué a veces vive el arcoiris en los bosques del cielo. Para qué estalla el color de la rosa y tira de su rama. Para qué aparece la estrella suelta como una hoja. Para qué crece el corazón en el sueño. Y el viento de qué manera impone su presencia. Y para qué voy a gritar estas cosas que se transforman sin un ruido. Si la máquina estalla es porque respira demasiado fuerte. Ley de su necesidad. Pero el hombre que guarda su paciencia de transformador de elementos entre sus propias selvas, entre sus caminos vegetales, en el vasto país de su memoria, de qué modo justifica el ruido que ahogn sus palabras, sus poemas, el sonido de sus mejores gestos. De qué modo y para qué.

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Despedida

Llevo 6 o 7 años publicando mis escritos y poesía con palabras similares, contenidos similares, con gráfica orientada siempre a una visió...