Un día me hice polvo,
desaparecí en tu mirada,
mordiendo un vacío de fantasmas
donde late esa agónica sequía
que tatúa en el alma
un nunca más de piedra.
Perdida por siempre
en el flujo ácido
del divino sueño
con su ramillete de sombras,
como si la crueldad
fuera lo único
que se ofrece con franqueza.
Pero el tiempo
apresura a otro tiempo
donde me llenaré de infinito
y no existirá este muerto
que habita en mi cabeza.
AOC.©.2012
Gráfica: Yuta Onoda // Rene Guau // Afiche URSS