Uno a uno
nos convertimos en sombra
como señal de un tiempo
que emigra con la luz
y nos deja en medio
de una carretera descolorida,
imprecisa, que desaparece
en la lejanía gris.
Invisible, subterráneo
como veneno
ese ruido de ciudad
que se oculta en ti;
pasajeros sin sombra
caminan en tus calles desdibujadas,
perseguidos por el aroma dulzón,
invasor y penetrante
de otros cuerpos.
No hay manera
de cerrarle la boca
a este ruido
tan huérfano,
no es posible cerrar estos ojos
que no lloran,
o ensayar pequeñas felicidades
a orillas de un sordo mar.
Pocas cosas
le quedan bien a esta alma,
aun tienes que volar muy alto
si quieres congeniar con mi mirada.
AOC.©.2012
Gráfica: Andrey Milnikov // Andrey Remnev 2 y 3
http://youtu.be/qWRjus3end4
http://youtu.be/qWRjus3end4
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