Con una furia de niño sonámbulo,
rebelde,
a la verdad que se le planta enfrente,
a la verdad que se le planta enfrente,
que se le amarra al cuerpo
con tenacidad y constancia imperturbable,
solo se le interpone la tumba.
Al fondo de su desgarradora oscuridad
va cortando contra su propia sombra,
la figura variable del dolor
que se pierde al fondo del color petrificado
de sus ojos lunares
espesos, intangibles.
Algo bajo la piel
se ha desadaptado
de su estructura material de hombre,
como un guerrero
disuelto en el tiempo,
aferrado a su armadura
soflamada por el rencor del sol,
esperando una lluvia que jamás llega.
AOC.®.2012
Gráfica: Russ Mills 1 y 3 // Tamara de Lempicka
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