Rebeca siempre me ha resultado un personaje poco abordable, es difícil darse cuenta que siente, que hace, que piensa; la mayoría del tiempo es políticamente correcta y facilmente se protege en una especie de planicie que la margina de todo. Por eso me resultó sorprendente escucharla en ese té en casa de Virginia cuando hizo algunas declaraciones sobre su sentir:
- Pertenezco a la liga de las gorditas invisibles que crecen en pueblos chicos, azotadas por el miedo de cruzar la plaza y ser vista; empecinada en ser invisible, en ocultar, ojalá de una manera mágica todos los margenes y curvas, incluidos los detalles imperceptibles de mi regordeta estructura. Acostumbrada a vivir mundos imaginarios con todo un abanico de exitos, de esos que no circulan por mi mundo real.
Pero ésta, mi condición de gordita invisible me ha convertido en una extraña para muchos de mis próximos, el mundo que navega en mi resulta inescrutable para los que creen quererme. He cultivado cuñadas que no conocen mi nombre completo; amigas que inventan posturas e inclinaciones que yo nunca he tenido; hermanos que no me hablan; seres queridos que han expuesto mis confidencias a otras personas pensando que me conocen; algún amor que nunca entendió una linea de lo que escribo y un día tomó un avión que lo depositó en un mejor puerto. También me he poblado de romances subterráneos poseídos por algún miedo que los seca, sin jamás cuajar; en el camino algunas tías ni siquiera se molestaron en cultivar mis silencios.
Todo esto viene de ser invisible y tener un pánico atroz de cruzar esa extensa plaza llena de ojos escrutadores, temibles miradas que todo lo ven. -
Extrañamente el tono de las palabras de Rebeca tenían un marcado acento humoristico que se perdía en el fondo de su filuda mirada.
AOC.®.2011
Gráfica: Serhiy Reznichenko
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