Insistente
acuno la idea
que en el interior de muchos
pervive un paraíso íntimo,
un huerto clausurado
donde la muerte
no filtra su aliento,
donde el eco
no se alcanza a oír.
Pero este ojo obstinado
recorre esa bóveda sombría
donde se pudren las hojas
y los pecados mortales,
como si el zigzag de una culebra
dejara sobre la tierra
su escritura exiliada, rencorosa,
y no existiera otro tiempo
que una primavera huidiza, amedrentada,
con algo de flor hibernada
y algo de fiera famélica.
AOC.2014
Gráfica: Herb Ritts // Ignasi Monreal // Robert Doisneau
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