Para el golpe
del setenta y tres
pocos pensaron
que era una compuerta
que se cerraba
y nos dejaba sin oxigeno.
Muchos creyeron
que era una barrida
de lo que no les acomodaba
y que todo
volvería a ser como antes.
Nadie pensó
que moriríamos como patos,
que caeríamos
mutilados, cercenados,
impedidos,dispersos,
desaparecidos, asesinados,
corrompidos, ignorados.
Y nunca despertamos.
Nos acostumbramos,
dejamos pasar,
alimentamos pobres estandartes,
pobres discursos,
pobres ideas,
pobres sueños;
crecidos sin aire
y el olor a mierda
casi no nos molesta.
AOC.©.2013
Gráfica: 1 y 2 Casa de José Domingo Cañas, fotografias de Mario Lagos
3 y 4 fotografias de Koen Wessing
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