El supremo olvido
se lleva los tesoros,
los sueños callados,
la acumulación de intereses.
Ahora solo soy un fantasma,
uno de ayer
que nadie quiere ver hoy,
arreglado provisionalmente
para usar la ropa
de los que no vuelven.
Hay un silencio
tan espantoso en el mundo,
lleno de escapularios,
rosarios y oraciones
para que las culpas
propias pasen a manos ajenas
por esos intrusos
que usan mi ropa.
Yo he pegado voces
a la niebla de la noche
lo he ocultado después
al fondo del pasillo.
El reloj rasca
con voz áspera
las horas irrecuperables,
montando guardia
junto a aquellos que ya no rezan,
que se dicen la verdad
y duermen para olvidarse del mundo.
AOC.©.2013
Gráfica: Mahir Ates // Stanislav Sugintas // Zhaomig Wu
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