Parada
en esa esquina de enfrente
llorando largamente
por lo que nunca he tenido,
anegada en lágrimas
por una sombra
que apenas percibe
el rabillo del ojo inundado.
La difusa imagen
de lo que nunca fue mío
se desgrana en un cotidiano
de ausencia, de olvido;
la brisa ligera
deja su huella en la piel,
lo inventado
se aferra a ese grano de locura
que lo alimenta
como un amorfo ser viviente.
Es bueno
sentarse en una orilla de la vida
a mirar el óleo colorinche
que dibuja la nada
en su espejismo de inutilidad,
solo para dejarla desaparecer
como una promesa de silencio
entre tu y la noche que se acaba.
AOC.©.2012
Gráfica: Liselotte Watkins 1 y 2 // Arturo Elena
http://youtu.be/FrFvzopmifk
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