En este frasco de veneno
todo cabe,
aún sin saber el destino
hacia el que se navega,
quizás,
hacia el punto de velocidad
donde lo quieto
acaba como proyectil.
Izada por dos grandes
alas de águila,
mis ojos se reflejan
en incendios de lejanía
con un hastío que cae
sobre los párpados
de un viscoso caracol.
Y así quedo sujeta por siempre
a ese estigma del cautiverio
donde se olvidan
los itinerarios del bosque
AOC.®..2012
Gráfica: Vania Zouravliov // fotografias sin autor.
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