viernes, 8 de agosto de 2008
VISTA DE SANTIAGO
DESDE PEÑALOLEN
La quietud
de las muralla blancas
repiten diariamente
sus chorreos de lluvias olvidadas
de esas largas de domingo.
Pasa el tiempo
ese que tiene la costumbre de escaparse
por los intersticios de la puerta.
El señor del bigote
entretanto busca rincones,
olores y movimientos
en medio de una tarde quieta
con algún color
que se deja ver por la siempre cuadrada ventana.
Y alguna vez el sol
inundo un valle solitario,
una extensión inmensa
donde hoy solo veo murallas.
A.O.C. 2008
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